Entrada a La Escondida

Entrada a La Escondida
Arco de entrada viejo y el Nuevo en 2018. fuente: magneto

"La Laguna Escondida" vista panorámica desde arriba

"La Laguna Escondida" vista panorámica desde arriba
Vista panorámica de "La Laguna Escondida"

miércoles, 29 de agosto de 2018

Cumpleaños N°88 Escuela Primaria N°176 *14 Mayo 2018*

***Escuchar el SONIDO DE CAMPANA LLAMANDO A CLASES ***



                                                             Emilio  Nuñez

Con la autorización del Consejo de Educación Chaco se procedió al traslado del Monolito que estaba al lado del tradicional algarrobo en la escuela vieja, y el busto del Gral.San Martín y Doña Juana Chera.


















































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Esta Nota he recibido por Correo gmail dos días antes de la Celebración de los 88 Años de la Escuela:


Gilda Barrague
Sáb 12/05/2018, 03:03 PM
Estimado Oscar:
     Soy Ermenegilda "Gilda" Benitez, una hija de ese pueblo, y más aun de la vieja Escuelita. Me permite pedirte si es posible, por su intermedio hacer llegar mi humilde homenaje a nuestra querida Escuela. Le dejo a continuación-
     Desde ya muchas gracias y quedo a su disposición para cualquier tema que podamos compartir, Mi hermano Agustín (seguramente te recuerda mas que yo por razones de edad).
     Le saludo con cariño de Compoblano Escondidense.
HOMENAJE A MI ESCUELA
Con motivo del 88 aniversario de mi (nuestra) escuela, nro 176 Ramón R. Barrientos, a conmemorarse el día 14 de Mayo y gracias a un queridísimo hermano del alma, o quizás la calificación mejor a aplicar sería la de Amigo del alma, ya que esto es un sentimiento que une, no por lazos de sangre ni parentesco alguno. Decía, este amigo me ha hecho llegar una tarjeta donde se lee "88 años enseñando y dejando huellas en la vida de personas".
Paso a identificarme Ermenegilda Benitez y como tal, soy uno de tantos o pocos agradecidos que quedamos, quizás, cuya identificación se da justamente por la "huella" que esta escuelita dejó en mi vida.
Mi historia no se diferencia mucho de otras pero si mis sentimientos. Doy gracias a Dios por haberme permitido llegar a esta edad, tres años menos que mi escuela (perdón, nuestra escuela) y poder morirme con la satisfacción de saber que no todo esta perdido; que allá, en mi pueblo, aun quedan personas agradecidas, que en lugar de "derribar", apuntalan.
Mi agradecimiento a ellos que lograron esta tarjeta tan "tocante", al menos para mí. Seguramente otro u otros hijos agradecidos.
A la distancia, y tratando de ser lo más breve posible, pido me permitan rendir mi pequeño, pero sentido y sincero homenaje mientras pasan por mi mente como una película, mis 7 años de vivencias por esas galerías, aulas, etc.
Comencé mi primero inferior en la primer aula del segundo edificio que se construyo, que contaba de 3 aulas.
Recuerdo que mis primeras maestras fueron mas o menos en este orden: Pety, Ñata, Susana (alta y delgada), Rosalía Castro de Leyes, Noelia Catalina Belbey, Paulina Garvía (una de las mas dulces sonrisas), señor Aracama, y la frutilla del postre señorita Alicia Escoms (Retratada muy bien por mi admirado señor Luis Landriscina). El sexto grado lo hice en la construcción separada de las otras, era un edificio, creo, de mayor antigüedad. Constaba con una pequeña galería donde el portero (Vicente Sambrano) preparaba el mate cocido, no en una hoya; el recipiente era un tacho o barril de metal cortado por la mitad, muy limpio. Con un cucharón llenaba nuestras tazas y nos entregaba junto a una galleta que extraía de una bolsa que estaba junto al bracero que sostenía el tacho. ¡Qué recuerdos!
Anécdotas para contar tengo pero no lo haré, sí nombraré a mis últimos condiscípulos; quizás alguien de ellos me recuerde. En primer banco Delia Vilaqui, en segundo Delia Benitez y yo, en el tercer banco Ana María Gonzales y Yolanda Herrera, luego Margarita Vivero y Herminia Ramirez López. Fila de varones, Melber y Roberto Orejón, Santiago Verón y Kaplán, Rodolfo Orejón y Verón mayor, Zoilo Benitez y alguien a quien llamábamos viruta (perdón, no recuerdo su nombre).
No puedo dejar de mencionar al viejo algarrobo que nos protegía del sol y bajo cuyas ramas como tendidos brazos de una madre se veía todas las navidades el árbol navideño adornado con regalos que la Cia. Noetinger-Lepetit enviaban para nosotros, los hijos de quienes con ellos hicieron el pueblo.



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